Hay un resurgir del romanticismo en todo el mundo. Esta afirmación se apoya en una realidad: los miles de puentes cuyas barandillas soportan el peso de miles de candados, puestos un día por incorregibles románticos que se juraron amor eterno a la luz de la luna. Pienso que todo lo bueno en exceso es nocivo para la salud, y que el amor desmesurado es un despropósito hoy en día. Hace poco saltaba la noticia de que el peso de los candados había tumbado una barandilla del Pont des Arts en París. En Segovia no tenemos este problema, de momento. Nuestro gran acueducto de piedra es benévolo con el amor; y en sus alrededores hay todavía espacios para que los enamorados depositen furtivamente sus candados. El amor sin control amenaza seriamente las barandillas de los puentes. Un consejo para ti, pertinaz enamorado: guarda la llave de ese candado porque quizá algún día tendrás que retirarlo, bien por una multa, bien porque la otra persona, a la que amas ahora con locura, haya colgado otro candado en otro puente, junto a otra persona y a la luz de la luna.

18 junio, 2014