Un cachorro descansa apaciblemente en la acera de una calle. Está relajado, parece tan inocente, tan apático… De igual manera, pensamos erróneamente que la vida de nuestros jóvenes es así, tranquila, despreocupada y placentera. Creemos que no están capacitados debido a que carecen de experiencia. Qué gran pecado cometemos al pensar así. No me inquieta lo que veo: conozco a chicos y chicas que, a pesar de su juventud, están comprometidos con la realidad que les toca vivir. Aportan cada día sus ideas e iniciativas, muchas de ellas brillantes, para mejorar nuestra sociedad. Muchos ya están cambiado nuestro mundo sin que tú seas consciente de ello.