Una lluvia obstinada y fría cayó sobre la ciudad. La Plaza Mayor de Segovia es un enorme espejo donde todo se refleja. Pese el aguacero de invierno, la lluvia solo nos dejó unos pocos charcos; al rato se evaporaron, no quedó rastro. Como dice el refrán: “Ni sol que todo lo abarque, ni lluvia que todo lo encharque”.