Hoy me levanto de la cama con una sensación rara; subo la persiana de mi habitación y apenas entra la luz, el día está apagado y triste. Mientras desayuno, escucho la radio: un gurú de la economía nos avisa de que continuarán los malos tiempos; en esto, el meteorólogo local anuncia la llegada de tormentas al final del día. Hoy todo son malas noticias. Se cumplen las previsiones: al caer la tarde, los cielos se oscurecen, y observo al marcharme a casa que las nubes ya acosan al campanario del antiguo convento de Santa Cruz. Por la noche, otro experto en la radio se recrea en un discurso pesimista. Nos rendimos pronto, pienso. Toca rebelarse, no podemos bajar los brazos; ante las malas noticias, cabeza alta y firme; no queda otra que la resistencia y la búsqueda de soluciones. Nada es para siempre; lo malo siempre está de paso. Estoy convencido de que vendrán días en que la luz invadirá todos y cada uno de los rincones de mi habitación cuando me levante.