Un fuerte chubasco de nieve cayó de repente sobre la Plaza Mayor. Todos los que allí estábamos buscamos donde guarecernos, salvo una mujer. Ella espera inmóvil. Apareció un hombre a toda prisa, la abrazó, le dio un beso tan prolongado que me pareció eterno. Los dos amantes huyeron por una callejuela próxima. Aquella escena parecía sacada de una vieja novela. Recordé en ese instante a Mario Vargas Llosa que había dicho que lo más hermoso de la vida era el amor y la literatura. No podría estar más de acuerdo, pensé.