En la Plaza Mayor de Segovia hay un fotomatón. Al insertar las monedas, un pitido anuncia que la captura está próxima y debes prepararte para el disparo; para ello, fuerza tu mejor sonrisa, abre bien los ojos, concéntrate. En unos minutos obtienes una bonita fotografía en papel. Estas cabinas automáticas al servicio de la fotografía fueron inventadas por el emprendedor ruso Anatol Josepho, que instaló en 1925 el primer fotomatón en Nueva York. Hoy día estas cabinas han quedado como un objeto vintage que pasa inadvertido en el paisaje urbano. Con los teléfonos móviles y la extraña moda de los selfies, el fotomatón ya no tiene hueco en nuestras vidas. Soy un nostálgico de estas máquinas, ¿Por qué no hay más fotomatones en nuestras ciudades? Es un artefacto ideal para atrapar la esencia de una sonrisa.