La oscuridad no siempre es hostil con el caminante. Segovia es realmente bella con el cielo atormentado; hasta en los días más turbios, la ciudad quiere que la miren con sosiego. Amenazada por negros nubarrones, ella insiste en que te detengas y la admires una y otra vez. Sentado sobre un muro, hago la fotografía de su casco antiguo y anestesiado por su belleza, espero a que las nubes se desplomen.

23 octubre, 2013